Ciudad del Vaticano / Santo Domingo. – En sus doce años de pontificado, el Papa Francisco no logró visitar la República Dominicana, un anhelo que compartía con el presidente Luis Abinader, y que se quedó atrapado entre los hilos del destino.
La visita parecía más cerca que nunca cuando, en mayo de 2024, Francisco recibió a Abinader, a la primera dama Raquel Arbaje y sus tres hijas en el Vaticano. Fue una audiencia privada, cálida y cercana, donde el mandatario dominicano le obsequió un rosario de larimar, la piedra semipreciosa nacional, con cuentas azules que parecían llevar el mar Caribe al corazón de Roma.
Pocos días después, Abinader confirmó públicamente lo que ya era esperanza para muchos: había invitado formalmente al Papa a visitar el país, y Francisco se mostró “muy interesado en venir”.
“Le estamos dando seguimiento a esa invitación”, expresó entonces el presidente, lleno de optimismo. Dijo haberlo encontrado lúcido, con buen ánimo, conversador, aunque con dificultades para caminar.
Se habló de Haití, de Ucrania, y también de la región. De fe, de desafíos, de esperanza. Todo en un ambiente, según relató Abinader, “cordial y muy agradable”.
Pero ese viaje nunca ocurrió. Este lunes, menos de un año después de aquel encuentro, el Papa Francisco falleció en el Vaticano, apenas un día después de su mensaje de Pascua.
Quiso venir. De verdad quiso. Pero la vida, o quizás Dios, tenía otros planes.
