Santo Domingo. Apenas cuatro semanas duró Julio Rodríguez Grullón al frente del Instituto Duartiano, en una destitución relámpago que él califica como “una conjura” encabezada por su antecesor y hoy nuevamente presidente, Wilson Gómez Ramírez. Pero para Gómez, el problema fue otro: Rodríguez Grullón propuso destinar parte del Presupuesto Nacional para ayudar a Haití.
El escándalo estalló en plena efervescencia nacionalista, mientras se organizaban protestas como la marcha hacia Friusa, y el nuevo presidente del Instituto Duartiano se atrevía a sugerir lo impensable: que República Dominicana debía asumir un rol de apoyo económico hacia Haití.
LA “TRAICIÓN” QUE COSTÓ EL CARGO
Gómez Ramírez, entrevistado en el programa Hoy Mismo, fue claro: la idea de ceder fondos públicos dominicanos al Estado haitiano era insostenible dentro de una entidad con visión nacionalista radical. El planteamiento fue visto como un quiebre ideológico y una traición al legado de Duarte, según dirigentes consultados.
“Se le pidió que se retractara, que dijera que fue malinterpretado. Pero no quiso. Ni renunciar, ni recular”, relató Gómez. “Es un hombre firme, pero esa firmeza lo llevó al abismo político”.
UNA SALIDA SIN HONORES
La salida de Rodríguez Grullón no fue silenciosa. Internamente, la crisis desató tensiones entre facciones duartianas, divididas entre quienes defienden una línea dura en la cuestión haitiana y quienes consideran que la solidaridad regional debe ser parte del discurso nacional.
Sin embargo, Gómez Ramírez vuelve a la presidencia en medio del caos, reafirmando su postura: “La República Dominicana está bajo amenaza internacional. Se quiere fabricar una crisis para forzar concesiones inaceptables”.
UN AVISO A NAVEGANTES
El episodio sirve como advertencia: en temas migratorios y de soberanía, no hay espacio para matices dentro de las élites nacionalistas dominicanas. Rodríguez Grullón fue presidente del Instituto Duartiano… pero solo por 28 días.