Por HEIDY GALICIA
Santo Domingo. — Como cada año, el último domingo de mayo marca una de las celebraciones más emotivas para el pueblo dominicano: el Día de las Madres. Una fecha en la que se honra a esas mujeres que, con sacrificio y ternura, han sido pilares fundamentales de miles de hogares a lo largo y ancho del país.
Desde tempranas horas, comercios, floristerías, tiendas de regalos y restaurantes comienzan a llenarse de hijos e hijas deseosos de agasajar a esa figura maternal que muchos describen como “de luz, eternamente desinteresada y llena de amor”. Para muchos dominicanos, este es un día sagrado, donde se detiene la rutina para rendir tributo a la entrega incondicional de las madres.
La economía nacional también siente el impacto positivo de la celebración. Las ventas se disparan en rubros como electrodomésticos, perfumes, flores, chocolates, ropa y artículos del hogar. Según comerciantes consultados, esta es una de las fechas más activas en términos de consumo, solo comparable con la Navidad.
Sin embargo, no todo es fiesta. Para aquellos que han perdido a sus madres, el Día de las Madres se convierte en un espacio de reflexión y melancolía. Muchos recurren a visitar los cementerios, mientras otros rememoran enseñanzas y consejos que marcaron su vida. “Aunque ya no está conmigo, siempre la escucho en mis decisiones. Su voz vive en mí”, compartió conmovida una ciudadana en el cementerio Cristo Redentor.
Un origen histórico
La tradición de celebrar el Día de las Madres en República Dominicana tiene sus raíces en la ciudad de Santiago de los Caballeros. Fue durante el gobierno del presidente Horacio Vásquez, que su esposa, Trina de Moya, junto a la destacada educadora Ercilia Pepín, impulsaron la creación del primer Comité pro-Día de las Madres, sentando las bases para lo que hoy es una festividad nacional profundamente arraigada en el corazón del pueblo.
En esta fecha, la patria se une para decir “gracias, mamá”, con gestos que van desde un simple abrazo hasta los homenajes más elaborados, recordando que detrás de cada gran dominicano, casi siempre hay una gran madre.
HEIDY GALICIA
Periodista