Hoy, la República Dominicana se agiganta como nación.
En esta mañana, en el Congreso Nacional, se ha registrado un acontecimiento histórico, que, sin dudas, quedará marcado en nuestra memoria como un evento trascendental, que señala una nueva era para el fortalecimiento de nuestro sistema democrático un legado a las futuras generaciones que se expresa en el contenido reformador que la Asamblea Nacional Revisora ha impregnado en nuestra Carta Magna.
Esta esencial reforma al texto sustantivo es el resultado de la trascendental iniciativa emprendida por el ciudadano presidente Luis Abinader que, por su amplia visión de estadista democrático, ha renunciado a las lisonjas naturales que asedian al poder y al egocentrismo que genera. Se ha autoexcluido y ha asumido el rol preponderante de empujar las transformaciones impostergables que se requieren para el fortalecimiento de la institucionalidad democrática.
Atravesando las gestas gloriosas que forjaron nuestra República que tallaron en el crisol nuestra nacionalidad, llegamos a San Cristóbal aquél 6 de noviembre de 1844 que dio a luz a nuestra primera Constitución.
Han transcurrido 180 años de lucha, de esperanza, de sueños, para que, al fin, nuestra amada República Dominicana alcance su madurez y desarrollo pleno como nación, 180 años anhelando que llegara el día de nuestra consolidación institucional y democrática.
Señoras y señores: integrantes de todos los partidos, agrupaciones y movimientos políticos, miembros de todos los sectores que conforman el tejido social y económico de nuestra amada República Dominicana: ese día acaba de llegar.
Hoy, con gran satisfacción, hemos proclamado la Constitución Dominicana surgida de su reforma número 40, aprobada en la Asamblea Nacional Revisora, formada y reunida a tal efecto los días 7, 8, 14, 26 y hoy 27 de octubre, por mandato de la Ley 61-24, habiendo cumplido de forma previa y durante el desarrollo de las reuniones los requisitos legales, procedimentales y protocolares de rigor.
A partir de hoy, nuestra institucionalidad democrática alcanza un lugar cimero en el concierto de naciones civilizadas y modernas; adquiere una fortaleza tal, que impide que líderes con propósitos aviesos se aprovechen de la vulnerabilidad que adolecía nuestra constitución.
Tenemos un nuevo rumbo.
A partir de ahora, nuestro pacto social propicia la gran oportunidad de tener mejor orden con libertad; mejor justicia, mejor equilibrio, mejor equidad, mejor seguridad, mejor estabilidad y más bienestar para todos.
A partir de ahora, ningún presidente podrá intentar cambiar las reglas de juego para perpetuarse en el poder.
El camino recorrido para llegar hasta aquí ha sido largo y tortuoso, ha costado mucha sangre y muchas vidas.
Desde aquel 27 de febrero de 1844, cuando Duarte y los Trinitarios lograron la Independencia dejando creada la República Dominicana e izando nuestra bandera tricolor.
Tras erigirse el Estado dominicano, fueron creadas primero, la Junta Gubernativa Provisional; luego, la Junta Central Gubernativa, presidida por Tomás Bobadilla.
Después, se designó una comisión que trajo a Duarte, el 14 de marzo desde Curazao, donde estaba exiliado y, más tarde, por decreto del 24 de julio, se convocó al pueblo para la elección de diputados al Congreso Constituyente el cual quedó instalad el 21 de septiembre; y, el 6 de noviembre, quedó aprobada la Constitución de San Cristóbal: un acto de valentía, un símbolo de nuestra contundente determinación de forjar un futuro libre de todo tipo de opresión colonial.
Antes de eso, Duarte había escrito su “Proyecto de Ley Fundamental” en el que mostró que tenía pleno dominio de las corrientes filosóficas y políticas de su época.
Otro documento de mucha relevancia como preámbulo constitucional dominicano, es el Acta de Separación del 16 de enero que priorizaba el interés de protección de nuestra soberanía.
El enfrentamiento entre liberales y conservadores estuvo presente desde siempre y quedó expresado en nuestro primer texto constitucional con el prevalente dominio de estos últimos que lograron diezmar y malear las ideas liberales imponiendo el fatídico artículo 21 en favor del caudillo Pedro Santana.
Desde ese momento y hasta la caída de Trujillo hubo 30 modificaciones constitucionales que también favorecían a los caudillos de turno en el poder.
Tras la muerte del dictador, entre golpe de Estado, incertidumbre, triunvirato, guerra, intervención extranjera y revolución, hubo varias modificaciones, incluyendo la del presidente Juan Bosch en 1963 de corte progresista y liberal, pero de poca duración.
En 1966 surgió con el presidente Balaguer una constitución conservadora que proporcionó cierta estabilidad política por muchos años, pero que, no garantizaba plenamente la convivencia democrática del pueblo.
En 1994, en medio de una enorme crisis electoral gracias al gran arrojo y a la firme determinación de nuestro máximo líder José Francisco Peña Gómez, a pesar de la resistencia de los conservadores, el país logró una modificación al texto vigente tornándolo más liberal y avanzado.
Tras la modificación del año 2002, prosiguió la amplia reforma Constitucional del año 2010 de línea progresista y liberal, luego revisada en el año 2015.
El texto de la constitución del año 2010 tuvo la debilidad de dejar abierta la brecha a esa vulnerabilidad, que constantemente creaba inquietud, inseguridad, desasosiego, y que, dejaba colgando de un hilo la estabilidad del país, la cual, en gran parte, quedaba supeditada al riesgo de que al presidente de turno le llegara a su cabeza el deseo de perpetuarse en el poder.
Señor presidente, gracias a su mirada de amplio espectro, a sus profundas convicciones democráticas de poner al país por encima del interés personal, en este momento, con esta Carta Magna reformada esa brecha queda definitivamente cerrada.
Como podemos ver, la historia registra que nuestra Constitución ha venido de modificación en modificación, en tiempo convulso y en tiempo de paz.
Las 40 reformas en estos 180 años promedian prácticamente una por cada proceso electoral.
Para que esta Asamblea Nacional Revisora se constituyera en esta fase del desarrollo democrático, una de las razones principales fue la oportunidad de poner un freno a la tentación más socorrida de modificar la Constitución con la única intención de perpetuarse en el poder.
La reforma que ahora presentamos tiene una particularidad excepcional muy positiva: no permitirá perpetuidad en el poder y envuelve el sublime propósito de consolidar nuestras instituciones democráticas.
En este proceso, trazamos una raya no como la de Pizarro, para definir quién está de un lado o del otro; sino para que juntos, como asambleístas, pusiéramos el interés del país por encima del interés particular, unidos con el único propósito de construir un porvenir más digno y próspero para todos los dominicanos.
La Reforma Constitucional aprobada en esta Asamblea Nacional Revisora modificó los artículos 81, 166, 167, 169, 171, 178, 179, 209, 268, 274, y adicionó una disposición general como artículo 278, así como también, revisó y agregó disposiciones transitorias.
Con estos cambios que impactan nuestra institucionalidad, hemos logrado grandes avances como son:
1ro.- Garantizar estabilidad en el tiempo al texto constitucional, y de manera especial, al modelo de elección presidencial vigente. Para impedir que futuras modificaciones puedan distorsionarlo hemos establecido un sistema de candados y nuevas normas generales.
2do.- Revisar y transformar la composición y las atribuciones del Consejo Nacional de la Magistratura.
3ro.- Consolidar la autonomía constitucional del Ministerio Público, especializar sus funciones, establecer una nueva forma de designación, y, agregar requisitos para ser Procurador General de la República.
- 4to.- Unificar la celebración de las elecciones presidenciales, congresuales, municipales y demás representantes electivos, así como la toma de posesión de los funcionarios de elección popular en la misma fecha.
5to.- Crear una nueva composición de representantes en la Cámara de Diputados.
6to.- Crear la Oficina del Abogado General de la Administración Pública, como dependiente del Poder Ejecutivo.
Excelentísimo señor presidente: muchas gracias por su trascendental propuesta de reducir sus propios poderes para aumentar los poderes del pueblo.
Gracias, por proponer a la nación la oportunidad de garantizar que un proceso tan delicado como el de elegir al presidente de la República tenga un carácter de inmutabilidad, colocando candados inviolables.
Hoy, este es un país más sólido y atractivo, con gran estabilidad política y seguridad jurídica, con todas las condiciones para que jóvenes emprendedores puedan desarrollar su creatividad y los empresarios nacionales e internacionales continúen invirtiendo con absoluta tranquilidad.
Señor presidente, el país le agradecerá eternamente por su gran desprendimiento, por el cumplimiento de su palabra.
Gracias por promover la institucionalidad, la seguridad jurídica y la estabilidad política, social y económica, para que nuestra gente viva en paz, con mejor democracia, y con más oportunidades de progreso.
También agradecemos a todas las instituciones de la sociedad por su entusiasta participación, especialmente, a todos los asambleístas, senadores y diputados, quienes realizaron una labor encomiable para que quedara extraordinariamente mejorado y ampliamente legitimado nuestro texto fundamental.
Esta Carta Magna está revestida del principio de supremacía constitucional y está colmada de normas y valores que sirven de base fundamental para garantizar la estabilidad y la certeza que son tan necesarias ante los cambios sociales políticos y tecnológicos que cada vez son más rápidos y profundos.
La Constitución Dominicana es el alma de nuestra convivencia pacífica; ella protege el estado de derecho, la separación de poderes, la libertad de expresión, los derechos humanos, el debido proceso y la igualdad ante la ley.
Nos asegura tener gobierno democrático, país soberano, funcionarios con rendición de cuentas, entre otras garantías.
Nuestra democracia se mantiene firme y en ascenso hacia metas superiores, dando los pasos necesarios, cumpliendo con nuestro deber, y el mérito de tener la razón histórica con un liderazgo fuerte como país y con un líder sereno y desprendido como nuestro presidente, Luis Abinader.
Hoy es un día memorable, un día grande, inmensamente grande, que nos impulsa a disfrutar la dignidad y el orgullo que sentimos de ser dominicanos.
En este momento extraordinario, en el que estamos finalizando esta fructífera y productiva Asamblea Nacional Revisora, hago provecho de tan especial ocasión para recordar que cada uno de nosotros juega un papel importante en la permanente construcción de una República Dominicana cada vez más democrática, más justa, más fuerte y más unida.
Con el lema: Dios Patria y Libertad, hoy 27 de octubre del año 2024, entregamos solemnemente al país, en las manos del presidente de la República, el texto Constitucional vigente.
¡Viva nuestra Constitución!
¡Dios bendiga al pueblo Dominicano!
Muchas gracias