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De palomas a champán: las historias más insólitas de las elecciones papales

Ciudad del Vaticano, 27 de abril de 2025 –
Con el cierre de la Capilla Sixtina este lunes para preparar el próximo cónclave, la atención mundial se centra nuevamente en uno de los procesos más antiguos y misteriosos de la Iglesia Católica: la elección de un nuevo papa. Sin embargo, no siempre fue un procedimiento rápido o cómodo. La historia ofrece episodios insólitos que hoy parecen casi increíbles.

En el año 236, por ejemplo, la comunidad cristiana de Roma interpretó como una señal divina la aparición de una paloma blanca sobre Fabián, un simple laico, quien fue aclamado inmediatamente como papa. Su pontificado terminó trágicamente, cuando fue ejecutado bajo el mandato del emperador Decio.

Los siglos posteriores tampoco fueron sencillos. En 1241, para acelerar una elección prolongada, el jefe del gobierno de Roma encerró a los cardenales en condiciones miserables en un edificio en ruinas. No se limpiaban los baños y no se permitía la atención médica. Sólo después de la muerte de uno de ellos y bajo amenaza popular, eligieron finalmente a Celestino IV.

El récord del cónclave más largo corresponde a la elección de Gregorio X, que duró casi tres años (1268-1271) en Viterbo. Desesperados por la falta de decisión, los habitantes retiraron el techo del edificio, exponiendo a los cardenales al clima para presionar una elección más rápida.

Estos acontecimientos impulsaron al propio Gregorio X a reformar el proceso, imponiendo normas estrictas: si no se elegía papa en tres días, la comida sería reducida a un solo plato; y si pasaban cinco días, a pan, agua y vino.

Con el tiempo, las condiciones mejoraron. Hasta el siglo XX, los cardenales dormían en catres improvisados en el Vaticano, con baños compartidos para grupos de diez. En 1978, tras el sofocante calor que afectó a los purpurados durante el cónclave que eligió a Juan Pablo II, se construyó la actual Residencia de Santa Marta, donde hoy se alojan con mayor comodidad, aunque durante el cónclave sus ventanas permanecen selladas.

Curiosamente, no todos los elegidos recibieron con júbilo su nombramiento. Albino Luciani, quien se convirtió en Juan Pablo I en 1978, exclamó al ser elegido: “¡Que Dios les perdone por lo que han hecho!”. Su pontificado duró apenas 33 días. Otros, como Juan Pablo II y Benedicto XVI, celebraron sus elecciones brindando con champán y entonando canciones folclóricas junto a los cardenales.

Desde el siglo XIX, los cónclaves se han vuelto más ágiles. Los últimos procesos de elección, como el de Benedicto XVI en 2005 y el de Francisco en 2013, se resolvieron en apenas dos días.

Hoy, mientras el mundo espera el inicio de un nuevo cónclave tras el fallecimiento de Francisco, estas historias recuerdan que el camino hacia el liderazgo espiritual de más de mil millones de católicos ha sido, a lo largo de la historia, tan humano como divino.

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