Ciudad del Vaticano. – A menos de 24 horas de su última aparición pública en el Domingo de Resurrección, el Papa Francisco falleció este lunes a las 7:35 de la mañana (hora local), según confirmó el Vaticano en un comunicado oficial.
“A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Dedicó toda su vida al servicio del Señor y de su Iglesia”, expresó la Santa Sede.
La noticia ha sacudido al mundo católico y a la comunidad internacional, que aún resuena con las que fueron sus últimas palabras públicas, pronunciadas —aunque leídas por un clérigo asistente— durante el tradicional mensaje de Pascua desde el balcón central de la Basílica de San Pedro.
“Renovemos nuestra esperanza y nuestra confianza en los demás, incluso en quienes son diferentes a nosotros o vienen de tierras lejanas, trayendo costumbres, formas de vida e ideas desconocidas. Porque todos somos hijos de Dios”, dijo el Santo Padre, mientras observaba en silencio, con visible fragilidad.
Un legado de apertura, humildad y humanidad
El Papa Francisco, nacido Jorge Mario Bergoglio en Buenos Aires, Argentina, fue el primer pontífice latinoamericano de la historia. Su papado, iniciado en 2013, se caracterizó por un firme enfoque en la misericordia, la justicia social, la inclusión de los marginados y el diálogo interreligioso.
En sus últimos años, a pesar de sus problemas de salud, continuó enviando mensajes de profunda espiritualidad y compromiso con la paz, la fraternidad y la dignidad humana. Su mensaje de Pascua, ahora interpretado por muchos como un testamento espiritual, invita a renovar la fe y a abrir el corazón al prójimo, sin importar diferencias.
Luto y preparación para el cónclave
Tras la confirmación de su fallecimiento, el Vaticano ha comenzado los preparativos protocolares para el funeral papal y la eventual convocatoria al cónclave, proceso en el que los cardenales del mundo elegirán a su sucesor.
Mientras tanto, miles de fieles han comenzado a congregarse en la Plaza de San Pedro, algunos en oración, otros con lágrimas, en una muestra de afecto profundo hacia el Papa que cambió el rostro del pontificado moderno.