La reciente aclaración del consultor jurídico del Poder Ejecutivo, Antoliano Peralta, sobre el uso del término “zar” en el discurso del presidente Luis Abinader ha generado debate en los círculos políticos y mediáticos. La referencia a José Manuel Cabrera Ulloa, presidente de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), como “zar de las drogas” durante la visita del senador estadounidense Marco Rubio, no es solo una expresión coloquial, sino que encierra implicaciones estratégicas en la relación entre República Dominicana y Estados Unidos en materia de seguridad.
Peralta intentó disipar cualquier confusión al señalar que la expresión no tiene un carácter jurídico ni administrativo, sino que es un término simbólico para resaltar el liderazgo de Cabrera Ulloa en la lucha antidrogas. Sin embargo, en el plano político, la denominación es un guiño directo a la colaboración con Washington en la lucha contra el narcotráfico, un tema prioritario para la administración de Joe Biden y el Congreso de EE.UU.
El discurso de Abinader, enmarcado en la visita de Rubio—un político con una agenda fuerte en temas de seguridad hemisférica—subraya el interés de República Dominicana en fortalecer la cooperación antidrogas con EE.UU., especialmente ante el aumento del tráfico de sustancias sintéticas. La retórica del “zar antidrogas” refuerza la imagen de la nación caribeña como un socio confiable en la estrategia de seguridad regional de Washington, en un momento en que la Casa Blanca intensifica su lucha contra el fentanilo y otras drogas de diseño.
Más allá de la semántica, este posicionamiento de Abinader también puede interpretarse como una movida estratégica de cara a la política interna. Al enfatizar el papel de Cabrera Ulloa en la lucha antidrogas, el mandatario refuerza su discurso de seguridad y orden, una narrativa clave para su administración en un contexto preelectoral en el que la estabilidad y la seguridad siguen siendo preocupaciones centrales para el electorado.
En definitiva, el uso del término “zar” no es solo un tecnicismo lingüístico, sino parte de una estrategia política y diplomática que busca reforzar la cooperación con EE.UU., proyectar liderazgo en seguridad y consolidar la imagen de un gobierno comprometido con la lucha contra el crimen organizado.